Pollo al ajillo

En primer lugar troceamos nuestros muslos una vez limpios y sin piel. Quien quiera se la puede dejar. Salpimentamos al gusto y espolvoreamos un poco de tomillo si nos gusta.

En una sartén, ponemos el aceite y cuando esté caliente añadimos los ajos enteros con una rajita en medio. Los freímos a fuego medio, los sacamos y reservamos.

A continuación subimos el fuego y cuando el aceite está bien caliente echamos los trozos de pollo.

Cuando los veamos dorados por todos lados, bajamos un poco el fuego para que se hagan por dentro pero queden tiernos. Los removeremos con cuidado a menudo.

Cuando el pollo esté hecho, le quitamos dos tercios del aceite. Añadimos los ajos enteros que habíamos frito.

En un mortero, majamos dos dientes de ajo crudos, añadimos una cucharada de vinagre y el vino y lo vertemos sobre el pollo. Dejamos que se vaya mezclando la salsa a fuego medio. Lo podemos tapar para que nos quede más jugoso y cuando lo veamos a nuestro gusto ya tenemos preparado nuestro pollo al ajillo.

Lo podemos acompañar con patatas fritas, arroz blanco, o como en este caso con unos corazones de alcachofas fritos.

Ponemos las alcachofas acompañando al pollo.